EL FINANCIERO, FIN DE UN CICLO
Por José Martínez M.
México, D. F., a 19 de noviembre de 2012.- Rogelio Cárdenas
Pérez-Redondo fue un periodista forjado en el viejo Excélsior en los tiempos de
reportero de Julio Scherer. Eran buenos amigos. Scherer era la estrella de la
fuente política y Cárdenas brillaba también con luz propia. Le decían El Barón,
porque Cárdenas Pérez-Redondo era un tipo educado, un caballero. Fundó la
columna “Frentes Políticos” que era un referente en aquellos años por la
rigurosidad de su información.
Mientras Julio Scherer se consolidaba como el gran
periodista y apuntaba para dirigir, pocos años después, el mítico Excélsior, el
reportero Cárdenas Pérez-Redondo se enfrentó a la disyuntiva de dejar el
periodismo, la profesión que más amaba y en la que concluyó entregado sus
últimos días. En diciembre de 1964 recibió la invitación de un político
extraordinario, don Jesús Reyes Heroles, a la sazón designado director General
de Pemex, quien propuso a Cárdenas Pérez-Redondo ser director de prensa de ese
organismo.
La columna de la que fue titular pasó a cargo de Ángel
Trinidad Ferreira, quien le dio un nuevo impulso a “Frentes Políticos”; después
pasaría a Francisco Cárdenas Cruz y, así sucesivamente, hasta sucumbir como un
cesto de chismes y boletines.
Tras su paso por la administración pública Rogelio Cárdenas
Pérez-Redondo adquirió con sus ahorros la agencia de prensa Informex, que se
encontraba a punto del colapso. La empresa no prosperó y hubo que venderla para
dar paso a mediados de los setentas a una nueva agencia de noticias con el
nombre de Servicios de Información Económica y Financiera (SEFI), ahora con el
apoyo de su hijo Rogelio Cárdenas Sarmiento y el reportero Alejandro Ramos
Esquivel.
En los estertores del gobierno de López Portillo y después
del gran fracaso de quien se había comprometido a “administrar la abundancia”,
años en los que el ingeniero Jorge Díaz Serrano director de Pemex sostenía que
“vender petróleo era como vender tomates”, Rogelio Cárdenas Pérez-Redondo tuvo
la visión de fundar un periódico especializado en finanzas. El entusiasmo de su
hijo Rogelio Cárdenas Sarmiento y su alter ego, Alejandro Ramos Esquivel, era
contagioso. Así se dio paso en octubre de 1981 a la fundación de El Financiero.
Pieza imprescindible fue Pedro Álvarez del Villar, quien se encargó del diseño
y la jefatura de redacción de este periódico.
Para el efecto se habilitó una casa rentada en la colonia
Anzures, en la calle de Milton número 66. (Un dato curioso, enfrente de las
modestas instalaciones del periódico vivía la pareja sentimental de Díaz
Serrano, Helvia Martínez Verdayes, quien había sido su secretaria y quien
provocó la fractura en el matrimonio del empresario y político. Helvia, quien a
los 16 años de edad posó desnuda para el escultor Juan Olaguíbel, fue la
inspiración para la Diana Cazadora, cuyo nombre verdadero es el de "La
Flechadora de las Estrellas del Norte", obra inaugurada en septiembre de
1942, cuando el regente del Distrito Federal era Javier Rojo Gómez, en el
sexenio del presidente Manuel Ávila Camacho).
La aparición de El Financiero no pudo ser más oportuna. Tras
López Portillo desembarcaría una nueva generación de políticos con otro
lenguaje, el de la crisis. Fue la etapa de los tecnócratas –los que según José
Ángel Gurría –hoy al frente de la OCDE-, tenían el proyecto de gobernar el país
por un lapso de 30 años.
Fue así que conocí a don Rogelio Cárdenas Pérez-Redondo y su
hijo Rogelio Cárdenas Sarmiento. El ahora autor de la Contracolumna llegaba del
unomásuno de Manuel Becerra Acosta, a trabajar como reportero del incipiente
periódico El Financiero, donde un pequeño grupo de periodistas de la revista Proceso
y otros medios se sumaban a ese proyecto, entre otros Francisco Gómez Maza,
Estela Morales, María Esther Unsurrunzaga, Connie Gómez, Yuri Serbolov, Gustavo
Lomelín.
No más de 40 personas integrábamos el periódico entre
reporteros y trabajadores de talleres y administración, donde el jefe de
información era Alejandro Ramos Esquivel y Rogelio Cárdenas Sarmiento daba los
primeros trazos de lo que sería, al paso de los años, uno de los diarios más
importantes del país en las últimas décadas, proyecto al que se sumaron después
algunos analistas como Enrique Quintana, Francisco Sandoval, Samuel García,
Ignacio Catalán y muchos más. Allí a finales de los ochenta en El Financiero se
inició Carlos Ramírez como columnista político, aunque desde Proceso era reconocido
por su trabajo como reportero de asuntos económicos.
También por El Financiero pasó Ignacio Rodríguez Reyna, hoy
uno de los editores más prestigiosos del país, cuya revista Eme Equis y su
equipo de colaboradores han recibido innumerables premios y reconocimientos.
Mi relación personal con Carlos Monsiváis era extraordinaria
y aún más con don Emilio Krieger Vázquez, abogado de los presos políticos del
68 y protector del ingeniero Heberto Castillo, fundador del Partido Mexicano de
los Trabajadores.
Esa relación me llevó a proponer al director Rogelio
Cárdenas Sarmiento la incorporación de Monsiváis y Krieger como articulistas.
De inmediato se aceptó mi propuesta y el periódico iniciaba así una nueva etapa
que se enriquecería con la colaboración de políticos de todas las tendencias
para escribir en las páginas de opinión editorial. Luis Donaldo Colosio era uno
de ellos cuando despuntaba como diputado por el PRI. En esta parte política fue
importante la participación de Rodolfo Guzmán, como jefe de información
política de El Financiero.
Después del terremoto del 85, un año después ya instalados
en las nuevas oficinas de la calle Lago Bolsena, en la colonia Anáhuac, con los
mínimos recursos pero con el apoyo de Rogelio Cárdenas Sarmiento, tuve el privilegio
de fundar la red de corresponsales en las principales ciudades del país. Ya
establecida una pequeña mesa de redacción se sumaron a mi equipo un grupo de
incipientes periodistas; uno de ellos fue Marco Lara Klhar, quien fue uno de
mis principales apoyos para abrir las secciones regionales de El Financiero en
los estados de Puebla, Morelos, Querétaro y Estado de México, en las que se
encartaba la sección nacional. Así fue creciendo poco a poco el periódico.
Después me tocó fundar la sección de Análisis Político, que
tuvo una vital importancia dentro de este medio especializado en finanzas y
economía, como ocurrió con Víctor Roura con su sección cultural, una de las
mejores en los medios impresos del país. A Carlos Ramírez y a mí nos tocó
convencer a Rogelio Cárdenas de la importancia de contar con una sección
cultural y de incorporar a nuestras filas a Roura, lo cual resultó todo un
éxito.
En la primera etapa del periódico la presencia de Sergio
Sarmiento –quien tiempo después despuntaría en TV Azteca como uno de sus
principales analistas y ejecutivos- fue fundamental. Sergio, primo hermano de
Rogelio Cárdenas Sarmiento, se mimetizaba para escribir. Usaba pseudónimos
escribiendo columnas y llenar las dos planas de Opinión, al mismo tiempo se
daba a la tarea para escribir en el Wall Street Journal y trabajar para la
Enciclopedia Británica. En algunas ocasiones que llegó a faltar material para
las páginas de Opinión tuve que entrar al quite y de esa manera cerrar la
edición.
Cuando el periódico comenzó a despuntar a finales de los
ochenta –y la enfermedad de don Rogelio Cárdenas Pérez-Redondo a agravar- tomó
las riendas de lleno Rogelio Cárdenas Sarmiento quien había realizado estudios
de economía en la Universidad Anáhuac, donde también enseñó algunos años.
También estudió en las universidades de Cambridge y Sussex, en la Gran Bretaña,
y luego se especializó algún tiempo en economía petrolera en París. Fue así que
a su regreso a México, al comienzo de los ochenta, estaba listo para iniciar la
empresa periodística a la que, literalmente, entregó su vida, El Financiero.
Fueron muchas las presiones que se padecieron desde el
poder. Carlos Salinas de Gortari recurrió a testaferros para abrir un litigio y
tratar de despojar de la propiedad del título al periódico. Finalmente
prevaleció la razón y El Financiero mantuvo su nombre y su prestigio. La
demanda correspondía a un pasquín que llevaba por nombre “Boletín minero y
financiero de México”, que se prestó al chantaje del presidente Salinas.
A partir de los noventas el periódico se consolidó y muchas
firmas concurrieron para fortalecerlo. Miguel Ángel Granados Chapas, Humberto
Musacchio, Raymundo Riva Palacio y otros más se sumaron. La salida del
periódico Reforma le pegó duro a El Financiero y el diario, a los pocos años,
comenzó su declive. Contribuyeron a ello malos manejos administrativos y un mal
manejo de su política editorial.
Durante un poco más de seis años se hizo lo imposible para
sostenerlo, pero ningún presunto comprador se quiso hacer cargo del diario.
Veían inviable su saneamiento. El propio Carlos Slim dijo no, hasta que por fin
apareció Comtelsat, que tras liquidar al director con 3 millones 600 mil pesos
y un pago de cinco millones de dólares por las acciones de la heredera María
del Pilar Estandía González Luna y el saneamiento de las deudas del periódico
por más de 300 millones de pesos, se realizó su cambio de propietarios, dando
fin a un ciclo a uno de los más importantes diarios del país, como lo fue El
Financiero.