Ciudad de México.
Para transformar a México y su vida pública primero es
fundamental entender la fuerza del sistema y luego actuar para cambiarlo a
través de un proceso de largo plazo que debe iniciar con todos y, con atención
especial en los niños y preadolescentes; hay esperanza de que el cambio es
posible porque la conducta individual y social es moldeable y es contagiable.
De esta forma se resume el panel “Hacia una nueva sociedad
mexicana: del individuo y su familia al ciudadano en sociedad”, donde Miguel
Ángel Zerón y Eduardo Caccia, con la moderación de Leonardo Curzio buscaron
encontrar los matices para arribar a una lectura para los líderes que acudieron
al Encuentro Empresarial COPARMEX 2018 celebrado en esta ciudad.
Zerón, integrante de Bitácora Social, echó por tierra
aquella premisa de que el mexicano no participa en sociedad y en los asuntos
públicos por una cuestión de índole cultural, y que cuando lo hace es por
cuestiones negativas, porque alguien no está haciendo bien las cosas.
De tal forma que, desde su punto de vista, primero “debemos
reconocer que hay diferentes grados de participación y hay que dotar de
contenido esa participación”, además de “no esperar a que la participación
ciudadana se lleve en un espacio público democrático asociada a intereses muy específicos”,
sino que es necesario fomentar la participación en comunidad.
Es poner, “como terminó Jesús Padilla Zenteno (presidente de
COPARMEX CDMX y anfitrión del Encuentro Empresarial) en su discurso inicial,
foco en la niñez y la primera adolescencia; debemos enseñar cómo ser ciudadano,
cómo participar, cómo dotar de contenido a esa participación para que las cosas
negativas no justifiquen o no condicionen que el mexicano puede participar”,
dijo Zerón.
Eduardo Caccia, conferencista y articulista, destacó que
“tenemos el gobierno que somos porque el gobierno emana de la ciudadanía” y,
por ello, “la buena noticia es que para tener un mejor gobierno necesitamos
tener una mejor sociedad”.
Dio el ejemplo de los dos polos, entre ellos la forma cómo
“ante situaciones determinadas es posible que gente buena haga cosas malas”, a
partir del contexto en el que se muevan. Por lo que, “no podemos pedirle a las
personas que cambien de conducta si no cambiamos el sistema, ya que el sistema
afecta fuertemente las acciones de las personas”, pero existe la esperanza de
que la gente se puede redimir y convertirse en héroe, porque “la línea entre el
bien y el mal puede ser permeable”.
Caccia, Zerón y Curzio coincidieron en que es tarea de
todos, no sólo del gobierno, el Estado o el individuo, sino de la sociedad,
inducir y conducir este cambio, a través de los incentivos necesarios “y de un
elemento fundamental que se debe inyectar a la sociedad, que es creer que el
cambio es posible”.
En cambio, explicó Zerón, “el no respetar, no asociarnos, es
un asunto de resistencia. Son mecanismos para pensar que tenemos algo de
control y esas expresiones de no participar o no asociarse son simplemente
imaginación de que algo podemos controlar en el contexto”.
Por ello, agregó Miguel Ángel Zerón, “el papel del
empresario es promover el valor de la comunidad, reconocer los mecanismos y
aunque pareciera que inciden poco, a la larga, son relevantes para enseñar al
mexicano que ser ciudadano y participar no se reduce el ángulo político y se
puede extender a diferentes aspectos de su vida., incluyendo su empresa y
nuestro país”.
Caccia puntualizó que “el empresario es un modelo a seguir y
debería promover autonomía y pensamiento crítico entre sus colaboradores,
respetando las diferencias y modos de pensar y tratando de que esos ejemplos
puedan trascender fuera de las fronteras de la empresa”.
A lo que Leonardo Curzio terció que “los líderes no deben
renunciar a la función de conducir y de proveer ejemplo, pues los malos y los
buenos comportamientos se contagian”.
Finalmente, Zerón dijo que “no podemos esperar que el cambio
se dé manera automática. No podemos desincentivarnos porque es de largo
alcance, así como no debemos preocuparnos si no se ve” porque “el cambio
cultural se da a través de generaciones y debe reafirmarse. Si queremos que
algo cambie, debemos pensar también en las siguientes generaciones”.
Por lo que Caccia recomendó que “una forma de desarrollar a
las sociedades es generando un nuevo heroísmo. Es prácticamente reconocer como
héroe a ese policía que regresó la cartera con dinero o a quien regresó el
celular que encontró. Ese nuevo heroísmo debe inclinar la balanza y hacer
ejemplo”.
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