Ante los aconteceres de la vida
(Ahora nos toca reconstruir, corazón a corazón, el reino de
la poesía)
I.-CÓMO DEJARSE ASOMBRAR POR EL SUEÑO DEL CREADOR
Todo tiene su mística, sólo hay que activar la
contemplativa;
nada es porque sí, sino porque Dios se halla entre nosotros.
El Creador nos vive cada día y su creatividad continúa viva,
nos alienta, se deja sentir como hálito, nos mueve el alma,
y tras esa visión astral que nos colma, su silencio nos
calma.
Venga la deseable soledad para reencontrarnos con el ser
que soy, permanezca a la escucha de quien nos acompaña,
ese Jesús martirizado que por nuestras miserias llora y
gime,
no cesa su desvelo en
encauzarnos cada día hacia el amor
antes de que la noche nos sobrecoja y nos dejemos de amar.
Nadie nos abraza y nos quiere como ese trinitario
movimiento,
cuyo pulso es acogerse a la luz que se dona en los brazos
de Cristo, y nos trasciende a la mística de ofrecer su vida,
para que podamos reencontrarnos con la belleza de lo donado,
con la bondad como verdad hoy, para un buen morar mañana.
II.- CÓMO FRANQUEARSE Y NO DECEPCIONAR A DIOS
Olvidar a Dios que nos ha creado, que nos ha hecho crecer,
que nos ha acompañado en nuestras tremendas oscuridades,
que nos ha custodiado de lo maligno de nuestras andanzas,
y reconducido hacia espacios benignos sin perder autonomía,
no deja de ser una decepción más, aunque Jesús nos aguarde.
Desilusiona ver nuestra ingratitud, nos hará bien
repensarlo,
para despojarnos de esta mundanidad que todo lo corrompe,
y poder regresar a quien tiene una tiernas entretelas de
Padre,
a quien nos soñó con la mayor de las esperanzas vivientes,
para responder al calvario de los pobres y al grito de la
tierra.
Siempre es bueno corregir trayectos, tomar un buen propósito
de enmienda, pedirle al Señor que nos acerque a esa
sabiduría
ancestral para poder dirigirnos desnudos de toda esclavitud,
a su espíritu armónico, siempre tan auténtico como el mar,
al encender sus olas al cielo y apagar mil soberbias
sembradas.
III.- CÓMO REVELARSE A LOS ESTÍMULOS MUNDANOS
En cualquier fuerza enérgica el incentivo contrario germina,
haciendo de la maldita hipocresía, un órgano envenenado,
del necio endiosamiento, una necedad de diálogo simplón.
Lo transcendente es despertar, pedir perdón, tomar otra
senda,
Jesús terminó en la cruz amándonos, redimiéndonos de mundo.
Los estímulos mundanos nos llevan a huir de lo que
embellece,
a esconderse en las miserias humanas y a venderse por nada,
a ceder a la tentación más fuerte con la cobardía de
negarse,
y aunque hayan comenzado como un aire tranquilizador,
en realidad encierra nuestra muerte, nos enclaustra en el
dolor.
Salgamos mar adentro, no nos dejemos aprehender por la
trampa,
levantemos la mirada, veamos que de todo se sale
queriendo,
también cuando somos tentados, únicamente la palabra de
Dios,
la palabra de Jesús nos salva; no justifiquemos lo
injustificable,
porque el mismo diablo es un seductor y nos gusta ser
seducidos.
Víctor CORCOBA HERRERO
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