jueves, 25 de febrero de 2021

Compartiendo diálogos conmigo mismo

ITINERARIO CUARESMAL 2021

 

(La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros -cf. Jn 14,23-).

 

 

I.- NUESTRA VENIDA A LA TIERRA

 

 

Hemos venido a la tierra para enterrar nuestras miserias,

para sentarnos a escuchar la resaca de los mil lenguajes,

y asentar la firme voluntad de despojarnos y donarnos,

de crecernos y de recrearnos en el querer, que lo es todo

en esta vida, pues cada cual será lo que quiera fraguarse.

 

Nos toca entrar en diálogo, conversar y versar acciones,

tejer letras que nos unan y destejer las que nos dividan,

saber guardar  silencio en el momento justo y recogerse, 

mostrar actitud receptiva, hacer sombra a la arrogancia,

huir de toda pereza para que vuelva el albor de la pureza.

 

Somos únicos y hemos de ser uno entre todos los latidos,

somos peregrinos y también hemos de peregrinar juntos,

somos cauces y, por tanto, hemos de saber encauzarnos,

bajo el justo rostro de la libertad moral que nos encamina,

y sobre el rastro de la Cruz, ¡espera y esperanza nuestra!.

 

 

II.- LA REVISIÓN DE NUESTROS ANDARES

 

 

Nuestro andar es un germen de soplos preciosos y precisos,

una convocatoria a contemplar la mística de los caminos,

para llevar a cabo una conversión profunda de lo que soy,

un ser dominador dispuesto a reprenderse y a dominarse,

a servir, y no a servirse del análogo, a darse y a donarse.

 

Urge la entrega en cuerpo y alma, antes de que se apodere

de nosotros la degradante seducción de las cosas materiales,

la tentación del poseer, el vínculo egoísta del tener por tener,

que nos deja sin corazón y sin tiempo para poder purgarse,

encerrados en sí mismo para agonizar en la desesperación.

 

Antes que la desmoralización nos deje sin aire para vivir,

confiemos nuestro itinerario a la Madre del buen consejo,

que fecundó al Verbo de Dios en la fe y en la propia carne,

para sumergirnos como ella en el tránsito de la expiración

y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la savia perpetua.

 

 

III.- LA LLEGADA DE JESÚS AL MUNDO

 

 

Llegó a la tierra y no le dimos cobijo a quien nos cobija,

la coraza de la apatía pudo más que el pulso del corazón;

llega a nuestras existencias cada día para fortalecernos,

y apenas mostramos emoción de abrirnos a lo auténtico,

preferimos ser más poder mundano que poesía celeste.

 

Volvamos al verso que fuimos por la ruta de la verdad,

la semilla vital de todas las otras bondades y virtudes,

aquellas que nos concilian entre si y reconcilian con Dios,

con la mirada puesta en Cristo, nuestro sublime Redentor,

y los labios entonando la llamada más dulce: Jesús mío.

 

Ninguna invocación queda ensombrecida por la muerte,

el Salvador nos ha movido a conocer  el amor del Padre,

y a reconocernos en la palabra como expresión de luz,

así, por la fuerza de su donación, renacemos cada noche,

pues somos criaturas transfiguradas, ¡humanidad acogida!.

 

 

VICTOR CORCOBA HERRERO

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