jueves, 20 de mayo de 2021

Compartiendo diálogos conmigo mismo

La defensa de toda savia viviente

 

(“Cuando el afecto pertenece al mundo de los sentimientos frívolos y no a la verdad, se requiere de una tutela auténtica que de sentido a nuestros pasos”)

 

 

I.- LA LIBERACIÓN DE LA ANGUSTIA

 

Aquí, en la tierra, el drama de nuestros andares,

brota de un rebrote que aletarga las mil sonrisas,

mientras se movilizan los lloros que nos aturden,

paralizándonos el ánimo, sintiéndonos vacíos,

con la sensación de no tener pujanza para vivir.

 

Tenemos que salir de nosotros mismos para ser,

el ser que se deja arrancar sus propias miserias,

para dar el tránsito al verso y entonar la poética

del gozo, tras liberarnos de la angustia material,

en comunión saciada con el Creador del Verbo.

 

Hay que retornar a las avenidas de lo auténtico,

el referente de ese camino no es otro que Jesús;

Jesús nos dio el rumbo de la bondad y verdad:

una vida de servicio permanente y de ingenio,

con una misión de amor y el cometido de amar.

 

II.- LA EMANCIPACIÓN DE LA PERSONA

 

Proliferen las vías de emancipación de la ciudadanía,

extiéndase y propáguese por el orbe el sueño de volar,

movilícese el deseo de que cada persona esclavizada,

vuelva a ser intérprete franco de su propia existencia,  

y parte activa en la reconstrucción del poema trazado.

 

Hay que abrirse a la poesía y cerrarse a lo mundano,

retornar a la esencia y entornar la vista para observar,

buscar tiempo para crecer y encontrar área para estar;

antes de que el proceder se nos vaya entre prisiones,

y después no podamos sellar nuestros andares libres.

 

Un espíritu en libertad, se mueve entre lo armónico,

y el ansía de florecer en la quietud del culto al verso;

en la calma de ese fuego interior que nos embellece

y cautiva, propagando un inmaculado pensamiento,

de echar el ojo al consuelo y de rechazar la opresión.

 

III.- LA AUTONOMÍA DE LA PALABRA

 

La palabra es la influencia que nos hace entendernos,

ahondar en nosotros con el pulso para vencer el mal,

penetrar en esa mirada que nos enternece con su voz,

profundizar en la acción y en aquello que nos apoya,

conscientes del vocablo como germen de subsistencia.

 

En virtud de la expresión de cariño todo nace y renace,

nada se resiste a lo que surge de unos pulcros labios,

pues lo trascendente es sentirse rociado con mensajes,

que nos alumbren por dentro pero también por fuera,

y así refundirse ennobleciéndonos a un nuevo lenguaje.

 

Lo valioso es suscitar la transformación del corazón,

prestar escucha a la dicción que nos nace internamente,

pues desatenderse del que camina a nuestro costado,

aviva el desencuentro y debilita el encuentro entre sí,

desmembrando la unión y encumbrando la desunión.

 

Víctor CORCOBA HERRERO

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