Algo más que palabras
CADA CUAL TRAZA SU CAMINO
“La cuestión no es caminar por delante, ni por detrás, sino
concertados, con la ternura del acompañamiento como lenguaje, haciendo familia
en definitiva”.
Somos seres en permanente tránsito. En realidad todo está en
movimiento. Nada permanece estático. Esto es la propia vida; un continuo
descubrir de rumbos para abordar nuevos horizontes, que nos reintegren a la
unión y a la reconciliada unidad. Algo que se consigue con el abrazo sincero,
con la acogida y el diálogo, con el amor en suma, que es el vocablo que
verdaderamente nos hace humanos. Circunstancias como la de UNICEF de acompañar
a la caravana de migrantes que se dirige hacia Estados Unidos para ayudar a los
numerosos niños que viajan en ella, nos hace sentirnos más grandiosos. Son
estas autenticidades del corazón, precisamente, las que nos acrecientan la
esperanza de espíritus hermanados, sin obviar nuestras raíces, que es lo que
hace que me encuentre a mí mismo, junto a los demás, deseoso de hacer senderos
hacia ese armónico andar de búsquedas en coherencia con el bien colectivo.
En efecto, cada cual traza su camino, pero verdaderamente
avanzamos agrupados; de ahí lo importante que es promover hoy en día la
justicia social, e injertar en las personas la dignidad de ser ciudadanos del
mundo. Esto conlleva avivar en cada criatura, además, una ética de la
responsabilidad en las relaciones de comunidad y con el medio ambiente. La
cuestión no es caminar por delante, ni por detrás, sino concertados, con la
ternura del acompañamiento como lenguaje, haciendo familia en definitiva. Quizás,
por desgracia, una de las mayores pobrezas de la cultura actual sea la soledad,
fruto de esa ausencia de ayuda entre humanos. En este sentido, nos alegra que
en España, el matrimonio siga siendo el proceder mayoritario de convivencia de
las parejas, a pesar de las nefastas políticas al respecto. No olvidemos que la
fuerza de la unión, reside esencialmente en ese vínculo de amor y de enseñar a
amar, que no se aprende en otro sitio mejor, que en la propia naturaleza innata
de esa alianza conyugal verdadera.
Sea como fuere, en ese marchar conjunto nunca hay que darse
por vencidos, ya sea ante las violencias continuas o las violaciones de los
derechos humanos, pues todos nos merecemos sentirnos libres y poder vivir en
concordia. Sabemos que el camino no es fácil, pero tampoco imposible, y aunque
se multipliquen los conflictos, hallaremos la quietud a poco que luchemos con
la voluntad de alcanzarla. No caigamos en la trampa de negarnos a proyectar
nuestro distintivo itinerario, es nuestro derecho y nuestro deber hacerlo, y no
desgastarnos en lamentos inútiles, en lugar de despertar un espíritu creativo
que nos entusiasme a la misión apaciguadora de la compañía en el vocablo, que
es lo que es en el fondo la vida, una poesía injertada de andares diversos que
confluyen en el cariño del pulso incorporado a los recorridos, sin llevar
cuentas del mal, ya que lo importante son otros gozos; pongamos por caso, el de
la evidencia, que será por siempre, el que nos hace libres.
A propósito, en su época decía el escritor, orador y
político romano, Cicerón (106 AC-43 AC), que “no hay hombre de nación alguna
que, habiendo tomado a la naturaleza por guía, no pueda llegar a la verdad”.
Esta prueba de tan alto instruido, indudablemente, nos insta a desterrar con
paciencia la maldad de nosotros, a tomar una actitud de servicio, sin hacer
alarde ni agrandarse por ello, sino para desprenderse y hacer presencia de que
la vida no es el yo, sino el otro, y todo en común. Por eso, cada cual esboza
su avenida, no a su antojo, sino a través de esa experiencia estética vivida en
comunidad, que es la que nos abre los ojos y nos permite ver y asimilar, lo
importante que es cada latido en movimiento, cada caminante en su andadura, con
una amor que se vuelve fecundo, en la medida que nos concedamos una comunicación, no de poderes, sino de bienes
internos (poéticos o místicos si quieren), para el banquete de los días en
trayecto.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
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