miércoles, 31 de marzo de 2021

Compartiendo diálogos conmigo mismo

Tiempo de peregrinaje

 

(El místico ciclo, revela el sentir de la poética que soy, puro corazón andante de ciclo místico)

 

 

I.- LA VIVENCIA DE LA VIRTUD

 

 

Venimos al mundo tras romper en llanto,

después de desgarrar la estrofa galáctica,

a experimentar esta dimensión mundana

y a percibir lo rudo de este soez itinerario,

de no dejarnos acompañar por la bondad.

 

Vuelva la compasión a ser nuestra pasión,

la pasión por hacer el camino del verso,

el verso que ha de hacerse mirada de luz,

la luz que ha envolvernos en la verdad, 

la verdad que nos dona vida en la virtud.

 

La moralidad de los andares creará ruta,

plasmará nuestras huellas sobre la tierra,

forjará la inspiración en todas las cosas,

moldeará nuestros balanceos viciosos,

y modelará el orgullo antes de la caída.

 

 

II.- LA EVIDENCIA DE LOS SENTIMIENTOS

 

 

Desechemos cualquier interés mundano,

pongamos corazón en nuestras andanzas,

apartemos de nosotros las simulaciones,

también quitemos los deslices patéticos,

pues aquel que no se quiere, está muerto.

 

Que no decaiga el parentesco espiritual, 

retorne el dulce efecto del afecto profundo,

lo que evidencia nuestra origen universal,

la pertenencia a la familia del Crucificado,

a la que estamos llamados por el amor.

 

Sentirse amado, es un estado de ánimo

que nos vivifica, la concreción de la fe,

la certeza de Jesús que desde la cruz

abre las manos al perdón y nos renueva,

invitándonos a seguir su obrar exigente.

 

 

III.- LA CONVENIENCIA DE SOMETERSE

 

 

Toda variedad ha de someterse al respeto,

ha de crecer en la consideración hacía sí

y hacia los demás, y ha de verse en paz,

para merecer coronarse como servidores,

que es lo que da sentido a la existencia.

 

La nívea cognición no se entregaría nunca,

si no se conceptuase que surgen ocasiones,

en los que debe postrarse y bajar la vista,

para reencontrarse consigo y enmendarse,

en favor de los humildes y de los últimos.

 

Tan valioso como poseerse es amansarse,

subordinarse a la sensibilidad de relación,

contenerse en los lenguajes desparramados;

que la clemencia es paciente en la escucha,

aunque sintonice cosas que no le agraden.

 

 

Víctor CORCOBA HERRERO

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