Algo más que palabras
Reivindico al individuo como pueblo, no como masa
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
Reivindico el pensamiento libre, tanto de mente como de
corazón y alma, e igualmente, el derecho a observar y, de igual modo, el deber
de abrir los ojos para comprender lo que sucede. Estoy seguro que si
ahondáramos mucho más en nuestros interiores, cada uno consigo mismo,
entenderíamos mucho mejor el momento
actual. Ciertamente, a los dominadores del mundo les interesa la masa, cuanto
más aborregada mejor, en lugar de un espíritu libre y pensante. Los pueblos no
pueden resignarse a las migajas de un dominio injusto o a crecer a la sombra de
los sobornos. Más pronto que tarde, sus moradores, han de salir de las muchas
palabras vacías que nos prensan el corazón. Desde luego, una especie que no
pone en práctica la coherencia, entre el decir y el hacer, se encamina a su
propia destrucción.
El individuo, como miembro de una colectividad, es algo más
que una multitud o que una masa inerte, forma parte del corazón de un pueblo y,
por consiguiente, cualquier injusticia hecha a cualquier ser humano es también
una amenaza hecha a toda la sociedad. Todos dependemos de todos, pero como
ciudadanos creativos, comprometidos con el futuro que queremos. Las próximas
generaciones avanzarán, precisamente, en razón de ese pensamiento autocrítico
que se requiere para abordar la complejidad de los problemas actuales. A pesar
de todas la incertidumbres que nos acorralan, hemos de tener la certeza, de no
ser absorbido por ninguna tribu para poder ser uno mismo y, a la vez, hemos de
poseer la capacidad de pensar
colectivamente como regla de vida.
Naturalmente, bajo estas circunstancias, la tarea de educar
se complica porque padres y madres han de afrontar problemas para los que no
pueden usar los métodos que sus padres utilizaron con ellos. En consecuencia,
son muchos los pedagogos, que insisten en recuperar la capacidad de pensar, en
lugar de resolver los posibles conflictos que nos puedan plantear nuestros
hijos de forma rápida e impulsiva. A veces el mismo estrés de los padres se
contagia en muchos casos de forma automática y sabemos que eso genera
vulnerabilidad psicológica, desarrollando trastornos de ansiedad o depresión.
Desde luego, enseñar a los hijos a convivir con la incertidumbre requiere
desarrollar su inteligencia emocional y creativa, su inteligencia social, y su
capacidad crítica, de pensamiento y de reflexión para que tengan respuesta ante
los dilemas éticos, los problemas y las rupturas que les irá planteando una
sociedad cada día más compleja.
Indudablemente, podremos solventar las dificultades en la
medida que aunemos esfuerzos como pueblo, no como masa, en aras del bien común.
Ahora bien, tampoco es hora de promesas, ha llegado el momento de la acción. El
ser humano no puede esperar más. Hay que hacer algo, y lo hay que hacer de
inmediato, antes de que los cimientos como especie se derrumben. Creernos
individualmente poderosos es la mayor torpeza. Con frecuencia, fruto de esta
altanería, los responsables de la formulación política desconocen las
soluciones que el pueblo como tal puede aportar para hacer frente a los retos
de hoy en día. Por desgracia, nos hemos endiosado hasta el extremo de
considerarnos autosuficientes para todo. Bajo esta atmósfera de despropósitos,
lo único que ha espigado por el planeta es una tremenda locura de vanidad y
orgullo. Al fin, como dejó escrito el emblemático emperador francés Napoleón:
"la masa busca al líder, no porque lo estime sino por interés; y el líder
acepta a la masa por vanidad o por necesidad". Ante esta bochornosa
realidad hago una propuesta. Un buen examen de conciencia, o si quieren de
meditación, a ninguno nos vendría mal. Pienso que sería un buen propósito de
enmienda. Dicho queda.