Ambición y compromiso colectivo
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
El mundo tiene que esperanzarse, con coraje y
responsabilidad. Las oportunidades de levantar cabeza son infinitas. Es
cuestión de hacer realidad los muchos compromisos adquiridos. A poco que
cultivemos lo que manifestamos, por ejemplo en relación con el planeta, se
puede crear un futuro con bajas emisiones de carbono y propiciar un desarrollo
sostenible, verdaderamente efectivo y real. Lo mismo sucede con los bosques,
tan vitales para nuestro suministro de agua. Ellos influyen en cómo y dónde
llueve, y ellos lavan y filtran nuestra agua. También es posible reducir la
deforestación y activar una tendencia regeneradora del hábitat. Indudablemente,
la ambición de cambio en nuestra forma de vivir, tiene que ser colectiva. No
olvidemos que cada día son mayores las interdependencias, y hace más palpable
la conciencia de que todas las naciones de la tierra forman una unidad y
comparten un destino común. De ahí, la necesidad de cambio del ser humano, que
ha de pasar del dispendio a la cautela, de la codicia al desprendimiento, pues
hemos de aprender a compartir hasta la última gota de aire que nos llega a los
labios del corazón. Por tanto, necesitamos una generosidad más auténtica y
universal, más nítida, entre otras cosas para reparar el daño causado por el
abuso de nuestro propia especie. A la luz de esta reflexión, quisiera subrayar
que éste es el único planeta del universo que puede sostener vida humana. Si la
demolemos, también nos arruinamos a nosotros mismos, con el exterminio.
Propongo, entonces, más intelecto y más ética. Cada
ciudadano, por si mismo, deberá reeducarse y modificar su proyecto de existencia.
Por desgracia, aún hay poca ambición política por salvar el planeta en el que
vivimos. Tenemos que ser más valientes. Hoy la ignorancia ya no es una excusa.
Lo que en verdad nos falta siempre es el compromiso, para mejor propagar y
extender los dones con que nos obsequia la madre tierra, como es desde el mismo
aire al propio líquido inmaculado, inodoro e insípido. Lo que está claro es que
no se pude redefinir nuestra relación con lo que nos rodea si en verdad no
cultivamos el lenguaje del alma sobre todo lo demás. Hoy son muchos los seres
humanos que tienen que emigrar de sus lugares por la degradación ambiental. No
les queda otra. Sabemos que el agua es esencial para calmar la sed, pero
también para colmarnos de vida; no en vano, la mitad de los trabajadores del
mundo (1500 millones de personas), según Naciones Unidas, trabajan en sectores
relacionados con el agua. Por otra parte, casi todos los puestos de trabajo,
con independencia del sector, dependen directamente de ésta. Sin embargo, a
pesar del vínculo indisoluble entre el trabajo y el agua, millones de personas
cuyas vidas dependen del líquido elemento, a menudo no son reconocidas o
protegidas por los derechos laborales básicos. Sería un buen compromiso mejorar
estas situaciones, sobre todo trabajando con un espíritu más cooperativo , tal
y como reza en el eslogan del día Mundial del Agua (22 de marzo): "A mejor
agua, mejores empleos".
En consecuencia, si fundamental es la cuestión del agua
potable y limpia, tanto para la vida humana como para sostener los ecosistemas
terrestres y acuáticos, también es importante dar a conocer la meteorología en
cada país, puesto que nos ayuda a salvaguardar el medio ambiente, protegiendo
la vida ante los desastres naturales.
Dicho lo cual, y coincidiendo también con su Día Mundial (23 de marzo),
se me ocurre pensar en las fuertes olas de calor que afectaron el año pasado a
numerosas regiones del mundo. También los episodios de lluvia intensa van en
aumento debido a que la atmósfera recalentada puede retener más humedad. Sea
como fuere, lo cierto es que el cambio climático está alterando el ritmo
natural de las estaciones y está aumentando la frecuencia e intensidad de
determinados fenómenos meteorológicos extremos, tales como las olas de calor,
las sequías o las lluvias fuertes. Hemos de reconocer, no obstante, que gracias
a los adelantos científicos de la Organización Meteorológica Mundial y a la red
mundial de Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, se están
generando cada vez más informaciones y servicios climáticos de gran utilidad,
sobre todo para la adaptación y la mitigación en el ámbito del clima. Ahora nos
falta, también en esta cuestión, interés, constancia y compromiso colectivo
para frenar la contaminación e impedir de que se continúe desnudando nuestro
hábitat de sus bosques naturales. En este sentido, también tenemos que
reconocer, que el Secretario General de Naciones Unidas haya luchado
infatigablemente, y siga haciéndolo, para asegurar que el cambio climático sea
una prioridad en la agenda de los mandatarios mundiales, poniendo en marcha
varias iniciativas para combatirlo.
Reivindico, pues, las justas ambiciones de la humanidad,
sobre todo si es persona joven. No se pueden frustrar, tampoco se puede
defraudar la perspectiva de poder llevarlas a buen término. Ahora bien, no
debemos confundir este afán y desvelo con la prevaricación. Si hemos de
competir en algo unos contra otros, no es en los sistemas productivos, sino en
la estima mutua de cada ser humano como tal. Hemos de saber que todos estamos
en la misma casa, por lo que sería absurdo que nos considerásemos adversarios o
enemigos, lo suyo es tomar un auténtico espíritu de unión y unidad, capaz de
vencer el narcisismo, la ingratitud individual, que impide que las personas
puedan armonizarse. El mismo Papa Francisco, con motivo de la celebración de la pasión del Señor, nos insta a mirar a
menudo esta "Cátedra de Dios", para aprender el amor humilde, que
salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la
fama. Yo también me niego a que el ser humano se siga ultrajando, tanto de su
ámbito humano como de su ambiente natural. Necesitamos abrir los ojos, tomar
conciencia de los problemas, y aunque no seamos Dios, si que podemos respetar
más las leyes innatas naturales, o si quieren la mística del universo, donde
cada pulso tiene un valor y un significado.
Celebro, por consiguiente, que Naciones Unidas, haya pensado
en los Angry Birds, los populares “Pájaros Enojados” protagonistas del famoso
videojuego para dispositivos móviles; y, de este modo, darnos un poco de
alegría al cuerpo y felicidad al alma, buscando que el ciudadano de a pie
alegre a los voladores enfurecidos tomando medidas sencillas contra el cambio
climático, adoptando hábitos como el reciclaje, el uso del transporte público o
el ahorro del agua. Son estos gestos, como el de la gira virtual del 21 de
marzo al 22 de abril, con la ceremonia de firma en Nueva York del Acuerdo de
París sobre Cambio Climático, lo que nos ha de hacer rectificar, ante un inmenso
crecimiento tecnológico, inhumano en la mayoría de las ocasiones, ya que no
estuvo acompañado este endiosamiento mezquino, de un desarrollo del ser
pensante en: responsabilidad, valores y sabiduría. Siempre hay tiempo de
enmendarse y, en todo caso, que nuestras ambiciones y compromisos no nos
cieguen, y mucho menos, nuestra preocupación por este orbe, destinado a
armonizarse, nos desborde. Ilusionémonos por vivir y dejar vivir. Al fin y al
cabo, no está tampoco la felicidad en caminar, sino en saber compartir.
Probemos a cultivarlo siempre.
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