lunes, 28 de noviembre de 2016

Compartiendo diálogos conmigo mismo

Comunión de vida con él

Todo aquel que ama genera vida.
Todo aquel que vive genera amor.
Somos pulsos vivientes en camino.
Llegado el momento trascendemos.
Pues cada cual lleva en su interior
la presencia del espíritu consigo,
y la ausencia del yo que es nada.

Venimos del verso para ser verbo.
Vamos de la tierra para ser cielo.
Nos espera la ternura del abrazo.
Llegado el día aclararemos noches.
Pues cada cual lleva en sí mismo,
una estrella de la que brota el sol,
siempre en naciente, siempre inédita.

Hasta tu bello horizonte llegarán
mis sueños para fundirse contigo
y reencontrados alzaremos el vuelo
para convertir este mísero mundo,
en mil hogares encendidos de luz,
donde nadie se sienta perdido,
donde todos puedan hallarse consigo.

Hallados, Señor, pon tu alma en mí.
Destierra cualquier mirada de odio,
desarma la lengua y las manos,
desmonta los lenguajes hipócritas,
desmantela tantas mentiras sembradas,
desencaja este caos que nos acorrala,
y llévanos hacia ti, que por ti somos.

Nosotros somos la historia.
A nuestro lado, Dios eternamente.
Corrigiendo nuestros pasos.
Moralizando nuestra existencia.
Reprendiendo nuestros desaires.
Levantándonos de nuestros tropiezos.
Conmigo nada comenzó, nada acabará.

Todo está en las manos del Creador.
Nuestra existencia es su existencia.
No pone a prueba, nos salva luego.
Sólo tenemos que llamarle.
El que lo llama lo encuentra.
Entonces será dado un aire nuevo,
un soplo eterno, la memoria en vivo.



Víctor Corcoba Herrero

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