Ciudad de México.
Hidalgo es un estado generoso, admirable, quizá desconocido
para sus propios habitantes, pero sin lugar a dudas con un abundante patrimonio
cultural que representa uno de los activos más importantes para el desarrollo
en sus diez regiones geoculturales, aseguró Antonio Lorenzo Monterrubio,
especialista en restauración de monumentos históricos, quien ha dedicado gran
parte de su vida al rescate, investigación y difusión del patrimonio
arquitectónico de México y particularmente del estado de Hidalgo.
Durante la participación de Hidalgo, como invitado de honor
en la Feria del Libro Académico y Festival Cultural, Librofest Metropolitano
que se desarrolla hasta hoy 27 de mayo en las instalaciones de la UAM
Azcapotzalco, el especialista ofreció una conferencia magistral sobre el
patrimonio material e inmaterial que posee el estado, y llevó a cabo la
presentación de su libro “Zempoala y su acueducto”, relativo a la obra
monumental única en el mundo que ha sido designada por la UNESCO Patrimonio de
la Humanidad.
El estado, dijo, tiene la fortuna de contar con uno de los
registros más valiosos sobre su patrimonio material, el Catálogo de
Construcciones Religiosas del Estado de Hidalgo, elaborado entre 1929 y 1932
con un registro de 800 bienes inmuebles de propiedad federal, donde se incluyen
32 conventos agustinos y 20 franciscanos. 60 años después, la Subdirección de
Registro del Patrimonio Cultural, perteneciente al Instituto Hidalguense de
Cultura complementó la primera obra e incluyó varios monumentos arqueológicos
que no se habían considerado.
Dicha actualización, junto con el registro de inmuebles de
carácter civil, conforma en la actualidad el Catálogo del Patrimonio Cultural
del Estado de Hidalgo, concentrado en ocho tomos, que fueron publicados entre
1991 y 1998.
Antonio Lorenzo Monterrubio explicó que actualmente se está
discutiendo una propuesta de ley para el Estado de Hidalgo, sobre la protección
de su patrimonio cultural, reconociendo como tal todas las manifestaciones
creadoras y creativas del ser humano y no solamente las fastuosas obras
monumentales, y se ponga mayor atención en las lenguas, ritos, creencias,
formas de vida, artesanías y todo lo que conforma una visión de estar en el
mundo.
La UNESCO así lo reconoce y lo define como el conjunto de
rasgos distintivos, espirituales y materiales de una sociedad, que abarca los
modos de vida y sistemas de valores. Incluso, añadió que los paisajes
culturales son también una denominación muy reciente de la UNESCO, que reconoce
como tal toda acción del ser humano sobre un paisaje.
“Del patrimonio inmaterial hablamos de las fiestas,
creencias, rituales y saberes que también se van perdiendo sin dejar registro.
Particularmente, creo que es prioritario que los investigadores nos aboquemos a
rescatar la memoria oral, porque cuando se muere un viejito, se extingue un
mundo de ideas, recuerdos y es una lástima que no registremos eso, ya que la
mayor parte de las investigaciones académicas se orientan hacia los grandes
monumentos conventuales. Lo cierto es que entre más alejados de los centros de
población, menor es la investigación y rescate que se realiza”, expresó el
investigador.
Además, resaltó que cada una de las edificaciones creadas
por la comunidad, representa su pensamiento y sus convicciones, que definen su
esencia e identidad.
Para proteger todo este patrimonio cualquier institución
estará rebasada si no se involucra a la población en este cuidado y protección.
Para lograrlo, la clave es la educación: que la gente conozca lo que tiene para
que lo aprecie y lo valore como parte de su ser.
Hay experiencias muy afortunadas de capacitación a la
comunidad para restaurar sus oratorios con la guía y asesoría de un
especialista en restauración, quien les explica el significado y valor de la
edificación para que ellos participen de manera voluntaria en su recuperación.
Finalmente dijo, es un ejemplo que debe replicarse.
Finalmente, Antonio Lorenzo Monterrubio expresó que del
patrimonio material en el estado de Hidalgo es urgente trabajar con la
arquitectura vernácula y funeraria que se está perdiendo, en tanto que del
patrimonio inmaterial creo que debemos centrarnos en la recuperación de la
memoria oral.