Reflexiones
Por Francisco Alfaro Ramírez
JUZGAR A LOS MENORES DE EDAD COMO ADULTOS.
Las voces que exigen juzgar a los jóvenes por los crímenes
que cometen no han tomado en cuenta los factores que inducen a los menores a
actuar como criminales. Vemos el actuar del joven violento o que desprecia las
leyes como un posible delincuente, pero no vemos que el menor es el reflejo que
no observa el adulto en sí mismo, es decir la sociedad está viendo en el actuar
del menor a su propio acusador, el menor actúa de mala manera por que no
percibe que existen consecuencias de sus actos, con esto vemos una educación
primaria que nace en los hogares, no de libertades, sino de la falta de
orientación, como el primer elemento fallido y el mejor caldo de cultivo del
próximo delincuente.
Por otro lado no se dan a conocer los actos de valía que
hacen del humano, sea menor o un adulto, es decir, que los valores que
enaltecen a la humanidad no son un ejemplo cotidiano, más bien son motivo de
burla, quien actúa honestamente es visto como tonto, en México el que no tranza
no avanza, esto es un profundo arraigo que muestra una total falta de cultura
cívica y la incapacidad de ser un ser ético.
En niveles más altos se observa que los grandes ladrones,
que son los políticos, no reciben ningún tipo de escarmiento, más bien, una
palmadita, si acaso una inhabilitación que dura algún tiempo, y después queda
en el olvido.
No existe un real y ejemplar castigo para quienes violan las
leyes, el estar preso y pelear luego por el control de las cárceles en que fue
hacinado un delincuente vuelve héroe o anti héroe a quien está fuera de la ley,
es más parece que la ley ya no lo toca.
Los menores infractores son un reflejo real de una sociedad
que no ha alcanzado una madures como sociedad, es decir, es una sociedad menor
de edad, por que vive en la inconciencia, donde lo único real es que su actuar
no tiene consecuencias, vive salvaje es salvaje y está muy cerca de su propia
animalidad, lo cual lo aleja de conocer siquiera sus derechos como humano, y
como los va a conocer si ni siquiera sabe actuar como humano.
Endurecer las leyes no es la solución, pues así no se educa,
los papeles con firmas emanados de un poder efímero no hacen mella en mentes no
educadas o condicionadas para vivir en armonía en sociedad.
Una sociedad menor de edad como en la que vivimos requiere
primero de un gran pacto social, donde el Estado, es decir cada gobierno del
nivel que sea, se comprometa a cumplir y hacer cumplir la norma, sin hacer
excepciones como hoy las hace dando
privilegios y protegiendo a sus allegados, familiares, amigos o
recomendados.
Cada inútil que ha llegado a gobernar nos acerca más y más a
una gran descomposición social, donde vale quien se hace del esfuerzo de los
demás, el concepto de quien no trabaja y vive bien ha sido tocado por la mano
de Dios, viven en el paraíso, los demás están condenados a trabajar y a obtener
el pan con el sudor de frente.
Esto es lo que nos ha enseñado una sociedad que en su
minoría de edad requiere ser gobernada con mano dura, porque aún depende de la
voluntad, vigilancia y castigo, cuando lo hay, de alguien que piense y lo
represente, pues ésta sociedad no es capaz de pensar y asumir las consecuencias
de sus actos.
Castigar a un menor de edad sin castigar a sus padres, sin
educarlos, sin educar y hacer responsables a quienes son quienes orientan al
menor es un error, castigos corporales sin hacer consciente al infractor menor,
a sus padres, a la sociedad, al supuesto gobierno, de que el cumplir las leyes
y aceptar que existen consecuencias de cada acto nos puede acercar a el inicio
de la humanización de la sociedad, es decir nos acerca al mundo de la
civilización, no basta ser una sociedad, se requiere de una sociedad
consciente.
Las leyes que tenemos son mero papel, es más, “no es ley lo
que no se cumple”, aquí es donde como sociedad nos muestra las fallas que
tenemos, y el reflejo son nuestros menores infractores que sin castigo por ser
menores de edad, por tener influencias, por tener fuero, por ser gobernante,
nos hace una sociedad de menores de edad.
Aquí caben muchas preguntas, entre ellas: ¿Mis actos son
realizados con consciencia o actúo como cualquier otro animal? ¿Me hago responsable de mis actos o me escudo
en la ignorancia, en el vandalismo colectivo, o en que nada me va a pasar?
¿Estoy más cerca de mi humanidad o más cerca de mi bestialidad?
Por supuesto tú tienes la mejor opinión y la mejor acción.