domingo, 28 de octubre de 2012

Columna


Reflexiones
Por Francisco Alfaro Ramírez

JUZGAR A LOS MENORES DE EDAD COMO ADULTOS.

Las voces que exigen juzgar a los jóvenes por los crímenes que cometen no han tomado en cuenta los factores que inducen a los menores a actuar como criminales. Vemos el actuar del joven violento o que desprecia las leyes como un posible delincuente, pero no vemos que el menor es el reflejo que no observa el adulto en sí mismo, es decir la sociedad está viendo en el actuar del menor a su propio acusador, el menor actúa de mala manera por que no percibe que existen consecuencias de sus actos, con esto vemos una educación primaria que nace en los hogares, no de libertades, sino de la falta de orientación, como el primer elemento fallido y el mejor caldo de cultivo del próximo delincuente.

Por otro lado no se dan a conocer los actos de valía que hacen del humano, sea menor o un adulto, es decir, que los valores que enaltecen a la humanidad no son un ejemplo cotidiano, más bien son motivo de burla, quien actúa honestamente es visto como tonto, en México el que no tranza no avanza, esto es un profundo arraigo que muestra una total falta de cultura cívica y la incapacidad de ser un ser ético.

En niveles más altos se observa que los grandes ladrones, que son los políticos, no reciben ningún tipo de escarmiento, más bien, una palmadita, si acaso una inhabilitación que dura algún tiempo, y después queda en el olvido.

No existe un real y ejemplar castigo para quienes violan las leyes, el estar preso y pelear luego por el control de las cárceles en que fue hacinado un delincuente vuelve héroe o anti héroe a quien está fuera de la ley, es más parece que la ley ya no lo toca.

Los menores infractores son un reflejo real de una sociedad que no ha alcanzado una madures como sociedad, es decir, es una sociedad menor de edad, por que vive en la inconciencia, donde lo único real es que su actuar no tiene consecuencias, vive salvaje es salvaje y está muy cerca de su propia animalidad, lo cual lo aleja de conocer siquiera sus derechos como humano, y como los va a conocer si ni siquiera sabe actuar como humano.

Endurecer las leyes no es la solución, pues así no se educa, los papeles con firmas emanados de un poder efímero no hacen mella en mentes no educadas o condicionadas para vivir en armonía en sociedad.

Una sociedad menor de edad como en la que vivimos requiere primero de un gran pacto social, donde el Estado, es decir cada gobierno del nivel que sea, se comprometa a cumplir y hacer cumplir la norma, sin hacer excepciones como hoy las hace dando  privilegios y protegiendo a sus allegados, familiares, amigos o recomendados.

Cada inútil que ha llegado a gobernar nos acerca más y más a una gran descomposición social, donde vale quien se hace del esfuerzo de los demás, el concepto de quien no trabaja y vive bien ha sido tocado por la mano de Dios, viven en el paraíso, los demás están condenados a trabajar y a obtener el pan con el sudor de frente.

Esto es lo que nos ha enseñado una sociedad que en su minoría de edad requiere ser gobernada con mano dura, porque aún depende de la voluntad, vigilancia y castigo, cuando lo hay, de alguien que piense y lo represente, pues ésta sociedad no es capaz de pensar y asumir las consecuencias de sus actos.

Castigar a un menor de edad sin castigar a sus padres, sin educarlos, sin educar y hacer responsables a quienes son quienes orientan al menor es un error, castigos corporales sin hacer consciente al infractor menor, a sus padres, a la sociedad, al supuesto gobierno, de que el cumplir las leyes y aceptar que existen consecuencias de cada acto nos puede acercar a el inicio de la humanización de la sociedad, es decir nos acerca al mundo de la civilización, no basta ser una sociedad, se requiere de una sociedad consciente.

Las leyes que tenemos son mero papel, es más, “no es ley lo que no se cumple”, aquí es donde como sociedad nos muestra las fallas que tenemos, y el reflejo son nuestros menores infractores que sin castigo por ser menores de edad, por tener influencias, por tener fuero, por ser gobernante, nos hace una sociedad de menores de edad.

Aquí caben muchas preguntas, entre ellas: ¿Mis actos son realizados con consciencia o actúo como cualquier otro animal?  ¿Me hago responsable de mis actos o me escudo en la ignorancia, en el vandalismo colectivo, o en que nada me va a pasar? ¿Estoy más cerca de mi humanidad o más cerca de mi bestialidad?
Por supuesto tú tienes la mejor opinión y la mejor acción.