Peña Nieto en las manos de los gobernadores
Por Renato Consuegra
México, D. F., a 22 de mayo de 2012
I.- La efervescencia político-electoral desquicia, excita,
aturde y por momentos enloquece los sentidos. Quienes parecemos estar
informados, pocas ocasiones lo estamos verdaderamente o sólo escuchamos y
retenemos lo que nuestros ojos quieren ver y nuestros sentidos conocer.
Hoy con la revolución de las redes sociales el clamor se
incrementa porque, a la par de la información tradicional, expresada en los
medios de información periodísticos, existen grupos que, trabajando o
convencidos por algún candidato, intentan decirnos quién es el mejor o peor.
Sin embargo, hasta para quienes presumimos de estar bien
informados pasan inadvertidas muchas jugadas, jugarretas y, si se le llama por
su nombre, traiciones que son poco explicadas por los medios, las columnas y,
mucho menos, por las encuestas; luego nos llamamos sorprendidos.
II.- La traición, por cierto, se llama el libro escrito por
Manuel S. Garrido, chileno de nacimiento y mexicano por naturalización, escrito
tras una larga conversación donde Roberto Madrazo Pintado expuso lo que a su
consideración fue una estrategia para evitarle llegar a la Presidencia de la
República en 2006.
La maniobra fue orquestada por los ex gobernadores Eduardo
Bours, de Sonora; José Reyes Baeza, de Chihuahua; Humberto Moreira, de
Coahuila; José Natividad González Parás, de Nuevo León, Eugenio Hernández
Flores, de Tamaulipas y, por supuesto, el sobrino del precandidato al que el
propio Madrazo descarriló: Enrique Peña Nieto, además de Mario Marín Torres de
Puebla, Miguel Ángel Osorio Chong y hasta quien fuera su amigo, Ulises Ruiz.
Junto con el llamado Tucom (Todos Unidos contra Madrazo),
Elba Esther Gordillo habría sido la directora de aquel golpe que finalmente
terminó con una lapidaria frase publicitaria que acabó con el tabasqueño: “¿Tú
le crees a Madrazo? Yo tampoco”
Hubo otros gobernadores inmiscuidos. Félix González Canto de
Quintana Roo y Fidel Herrera Beltrán de Veracruz, entre ellos.
III.- En los últimos 12 años sólo dos gobernadores priístas
no terminaron su mandato: Gustavo Alberto Vázquez Montes, quien murió en un
accidente aéreo cuando viajaba del aeropuerto de Toluca hacia la capital del
estado que gobernó: Colima. El otro fue Humberto Moreira, al dejar el Ejecutivo
de Coahuila por la presidencia del PRI nacional.
Atrás quedaron los años del autoritarismo priísta desde la
Presidencia de la República, cuando los primeros mandatarios cobraban con la
renuncia las deslealtades, sobre todo a los gobernadores que no eran de su
grupo, a cambio de no llevarlos a la cárcel como le ocurrió a Mario Villanueva
Madrid.
La mayoría de los gobernadores mencionados arriba hicieron y
deshicieron en sus estados sin ser molestados por el Jefe del Ejecutivo Federal
ajeno a su partido, como pago a su tarea y supieron vender muy bien sus servicios
a sus correligionarios, para alimentar a la aún fuerte estructura política que
es el PRI. Desfondaron las finanzas estatales y las repartieron a cambio de
impunidad.
Hoy los sucesores de varios de aquellos gobernadores lo
saben, conocen bien el camino. Su deslealtad al candidato del PRI puede
otorgarles dividendos como un libre manejo de las finanzas públicas de sus
estados para convertirse en hipermillonarios en sólo 6 años y contar con una
garantía de impunidad que quizá Peña Nieto les incumpla.
IV.- La prensa oficialista de los gobernadores en varios
estados reacomoda sus posiciones. Al realizar una lectura a profundidad en
varios de ellos, comienzan a tomar distancia del candidato presidencial del PRI
y cobijan a los suyos. Van por sus triunfos, que no son los del Partido
Revolucionario Institucional y menos el de Peña Nieto.
Comienzan a salir filtraciones amarradas con testigos
protegidos, las cuales no han corrido precisamente desde el Gobierno Federal ni
de sus instituciones policiales. Los cercanos a Peña Nieto y algunos
gobernadores comienzan a ocupar las portadas de algunos medios: “El Lanal de
Panamá” con los hermanos Osorio Chong o el Lagos de Veracruz, son sólo algunos
de ellos. Y vendrán más.
Los gobernadores también elegirán: Por un lado el triunfo de
Peña Nieto a cambio de la incertidumbre de un PRI que no pierde su esencia o el
triunfo opositor a cambio de las prebendas que da la traición. Como en 2006
puede repetirse la historia. Ganarían los candidatos locales, perdería el nacional.
Recordemos las cifras de 2006.
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