leída y entregada el 4 de mayo de 2012
en la representación de Veracruz y la secretaría de gobernación
A la autoridad a la que corresponda:
A la sociedad en general:
A los periodistas mexicanos:
A unos días del asesinato de Regina Martínez, corresponsal
de Proceso en Veracruz, se han producido nuevos crímenes contra periodistas en
esa entidad, lo que coloca al ejercicio informativo en una situación
particularmente peligrosa ante la cual los suscritos demandamos un alto a las
agresiones y una recta aplicación de la justicia.
Lo sucedido en Veracruz, sin embargo, no es privativo de esa
entidad. A lo largo del país se reproducen las condiciones que propician los
ataques a periodistas y se registran agresiones cotidianamente, sin que exista
preocupación, prevención y protección reales de parte de las autoridades. El
oficio de informar se ha convertido en México en una actividad de altísimo
riesgo ante la impune ofensiva de grupos de delincuencia organizada y de
autoridades e instituciones penetradas y a veces virtualmente manejadas por
esos delincuentes.
Salvo la emisión rutinaria de declaraciones y promesas, y la
formación de comisiones investigadoras circunstanciales pensadas sólo para
salvar el momento, la gran mayoría de los gobernantes y las autoridades, de
todos los niveles y partidos, han dejado de cumplir sus obligaciones ante el
evidente y cotidiano acoso del crimen organizado, y sus vinculaciones con los
poderes públicos, contra los periodistas. En varios lugares, son esos propios
gobernantes y autoridades quienes enderezan las acciones represivas contra el
gremio periodístico, deseosos de someter al silencio y al control a los medios
de comunicación hasta establecer una suerte de estado informativo de excepción,
en donde sólo se puede publicar lo que los poderes permiten.
Ante ello, exigimos:
- Esclarecimiento puntual de los asesinatos cometidos contra
compañeros de Veracruz y una recta aplicación de la justicia.
- Alto a las agresiones contra periodistas en todo el país,
no solamente en términos físicos directos, sino también en cuanto a amenazas,
presiones y manipulaciones.
A nuestros compañeros periodistas les invitamos a reproducir
en todo el país estos actos de denuncia y protesta. En cada rueda de prensa
importante deberíamos usar algún turno de preguntas para plantearle a los
funcionarios de primer nivel nuestras preocupaciones y preguntarles
directamente qué van a hacer o qué están haciendo, en términos concretos y más
allá de las palabras, para proteger el ejercicio periodístico del acoso
criminal que todos conocemos.
Ciudad de México, 4 de mayo de 2012