Uso la palabra balcanización como sinónimo de desmembración de un país en territorios o comunidades enfrentados, como sinónimo de lo mismo, en un estado del país. En este caso por el enfrentamiento de dos regiones del estado de México, entre los Valles de Toluca y del Valle de México, el cual, tiene una larga historia. No obstante, se podría escoger como punto de partida el momento en que el ex gobernador mexiquense Emilio Chuayffet, siendo efímero Secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo (1996), aprovechando la inercia de la historia, la del crecimiento democrático nacional, decide dar vida artificial a la Democracia en el Estado de México mediante una fórmula que dotaba de poder a grupos políticos de la oposición del PAN y PRD que coincidían en lo político y personal con él.Hoy es de público conocimiento que Chuayffet pactó con los “Durán” y los “Higinios” -en alusión a la familia del ex presidente municipal de Naucalpan José Luis Durán y de Higinio Martínez Miranda- un proceso de democratización simulado que en el discurso permitía hablar de alternancia en el poder de varios de los municipios más importantes del país pero dejaba a salvo el control de la gubernatura y del aparato político del estado en manos de la oligarquía del PRI local. Con Durán acordó el empoderamiento panista en el denominado corredor azul. Con Higinio el empoderamiento del PRD en la zona oriente del estado.
Con esa jugarreta política dotó de poder a dos presuntos adversarios del PRI, que en el fondo se conformó con puros aliados al régimen y terminó subsumiéndolos en él. Son los mismos que ahora se niegan a que haya alianzaPAN PRD, bajo la bandera de que defienden principios ideológicos. No obstante, en el fondo, lo más importante de esa acción maniquea, fue barrer, deshacerse de la élite política priista del Valle de México que demandaba apertura democrática al interior de ese partido y, además, que la candidatura a gobernador fuera una expectativa real para los cuadros priistas del Valle de México. Con esta jugada Chuayffet trataba de hacer notar que los únicos con derecho a detentar el poder político de la entidad eran los miembros de la oligarquía política surgida del Valle de Toluca, Metepec o Atlacomulco. Ellos, por lo tanto, los Tolucos, serían los únicos con derecho a detentar y abanderar la presunta “unidad” priísta. Ellos no perdían elecciones de ayuntamientos, aunque cedieron la capital del estado, tampoco perdían los cargos del Congreso de la Unión y la legislatura local.
Desde la época de Chuayffet fue inaugurada, consciente y expresamente esta línea de estrategia con la que, en plena concordancia con las más puras tradiciones y prácticas del autoritarismo priista, las autoridades políticas del estado han recurrido a todo tipo de formas de simulación para oponerse a la presencia del Valle de México en espacios de participación del gabinete de gobierno y, aún, del PRI estatal. Para ello han cedido graciosamente cargos menores, nombramientos y acomodos de última hora, a gente como el extinto Mario Ruiz de Chávez, Arturo Ugalde en el gabinete de César Camacho, o a Sergio Mancilla y Enrique Rivapalacio con Emilio Chuayffet, o Héctor Luna de la Vega con Arturo Montiel, o Eruviel Ávila con Peña Nieto. El desarrollo político e imagen pública de algunos de los mencionados fue siempre deliberada y artificialmente impulsado para restar toda posibilidad a líderes auténticos del Valle de México.
La tensión resultante de la política “Chuayffet” fue la balcanización política de la entidad, la cual, ha tenido efectos altamente destructivos e irreparables en las filas priistas, sobre todo del Valle de México. Son innumerables los casos de fugas de cuadros priistas a otros partidos en esta zona: Rubén Mendoza Ayala, Marcela González –que ya regresó al PRI- Mauricio Valdés Rodríguez y muchos cuadros políticos intermedios que encontraron un espacio de participación política en otros lugares, porque el PRI estatal siempre los excluyó. Es de tal magnitud la animadversión entre la ciudadanía hacia el PRI y tan profunda la desarticulación de las estructuras de este partido en el Valle de México que en el PRI mexiquense y el nacional han perdido de vista que el voto contra el PRI se está unificando a través de la alianza PAN-PRD. Han perdido de vista que en los últimos veinte años ese voto es casi siempre superior al del partido del gobierno cuando se hace la suma aritmética simple.
Pero la “política Chuayffet” de avasallamiento de sus adversarios sigue vigente. Ahora se sabe que ha hecho todo lo posible para vetar por la gubernatura a su correligionario el Diputado Luis Videgaray, por no someterse a sus designios. De hecho nunca ha reparado en nada para deshacerse de sus adversarios políticos dentro del PRI, bueno, ni el ex gobernador Alfredo del Mazo González se le escapó, al grado que lo hizo renunciar a su diputación federal en la legislatura federal antepasada, en que fueron compañeros y el Diputado del Mazo apoyaba a Elba Esther Gordillo para mantenerse como coordinadora de los diputados federales priistas. La misma Elba Esther ha dicho que su salida del PRI es consecuencia de su enfrentamiento con Chuayffet.
Por ello, el responsable directo de la balcanización del Estado de México -en lo político- es el ex gobernador Chuayffet, respecto al atraso del estado lo son casi todos los ex gobernadores. Son responsables de la especie por vapulear a sus correligionarios del Valle de México. Chuayffet lo hizo con el ex presidente del PRI estatal Cuauhtémoc Sánchez Barrales (que se sabe está de regreso en el PRI); lo ha hecho vetando a Isidro Pastor ex presidente del PRI estatal con Arturo Montiel; alejó al Dr. Gustavo Baz, hijo del famoso ex gobernador zapatista. Y en su tiempo hizo lo propio con Manuel Camacho Solís y el ex presidente Salinas cuando le hizo saber, siendo secretario de gobernación, que dejara el país (cuando hacía huelga de hambre en una colonia popular de Monterrey) porque el gobierno federal en turno no podía garantizarle su tranquilidad, su vida.
La balcanización política de la entidad se ha ido robusteciendo sistemáticamente. Sobre todo porque la unidad e identidad que puede derivar de los procesos democráticos de participación o del impulso de formas culturales es asumida por la oligarquía estatal como un riesgo que debe combatirse al costo que sea. Por eso es que el candidato del PRI a la gubernatura del estado será elegido por medio de una convención cerrada, por dedazo. Todo indica que será lo más parecido a una sucesión dinástica: la de los Del Mazo o privilegiando al grupo de Chuayffet con Ernesto Nemer. Dirán que con la candidatura resultante se refleja el interés de todos los priistas. Que con ello se promueve la unidad e identidad, sí, pero alrededor de las élites de Toluca. Obvia decir que el instrumento para estos fines es el abuso del discurso belicista que -lleno de lugares comunes- exalta factores intangibles que se identifican como amenazas a la integridad política y territorial de la entidad, como aquel de que el “Estado de México es único e indivisible”.
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