DRAMATISMO EN LOS ESTADOS
México, D. F., a 30 de agosto de 2012.- La impunidad de los políticos y funcionarios de los
gobiernos municipales, estatales y federal son vastos fabricantes de historias
de desesperación, terror y angustia colosales en contra de periodistas en los
estados de la república. Compañeros de 28 entidades federativas acudieron el
pasado fin de semana al Primer Encuentro Nacional de Periodistas Capacitadores
en Autoprotección, quienes contaron sus historias y las de sus compañeros,
muchos de los cuales ya no están con nosotros.
Se le da vueltas al asunto de la agresión contra periodistas
y medios, pero no se encuentran muchos caminos para acabar con la violencia. No
cuando miembros de los poderes públicos —funcionarios de gobierno, de las
legislaturas y de los órganos encargados de administrar justicia— y políticos
se encuentran en colusión con el hampa organizada.
Priva un estado de tensión permanente y de terror que lleva
a unos y otros a desconfiar, incluso, del que está enfrente. “Es un enviado del
gobierno del estado”, señala alguien en corto. “Quien sabe qué intereses
oscuros representa, pero su medio no tiene publicidad”, afirma otro por otro
lado. A la par, la migración de periodistas de sus lugares de origen está a la
alza y la mayoría apunta a lo mismo. Ya es el director de la Policía Municipal,
el Presidente Municipal, el Diputado local, el Gobierno del Estado, en fin, y
más recientemente los líderes sindicales o sociales. Y luego, en las
investigaciones, se culpa al crimen organizado para cerrar los casos y dejar en
el olvido los asesinatos.
Panelistas y talleristas, por la experiencia cotidiana y por
la información recabada estadísticamente, llegan a la conclusión de que la gran
mayoría de los ataques provienen del poder público. De que comenzaron a matar
reporteros cuando empezaron a publicarse los vínculos de los políticos y
funcionarios públicos con el crimen organizado. Tan sencillo como eso.
Hoy existen más reporteros desaparecidos que los
contabilizados por las diferentes organizaciones de la sociedad civil. No se
sabe de su paradero y tampoco existen denuncias ante las instancias del
Ministerio Público porque sus familiares, a quienes correspondía realizar las
solicitudes de investigación, son amenazados si acaso hacen público el caso y
sus compañeros o amigos también son silenciados: “Ni vayas a la misa, te pueden
ver y ni caso que corras peligro también”.
Veracruz, Tamaulipas, Durango, Coahuila, Chihuahua, sobre
todo, son los estados donde la vida de los periodistas pende de un hilo. En
Veracruz, Oaxaca, Puebla y otras entidades se acota la libertad de expresión y
el derecho a la información, ya no sólo mediante la violencia física y
emocional de los trabajadores de los medios, sino también a nivel de legislación,
con leyes cada vez más restrictivas, contrarias a lo que realmente se necesita,
que es una mayor libertad de expresión y de información.
Una buena iniciativa de los compañeros de la Casa de los
Derechos de los Periodistas que organizaron el pasado fin de semana el Primer
Encuentro Nacional de Periodistas Capacitadores en Autoprotección.
Felicitaciones para Judith Calderón y, sobre todo, para Rogelio Hernández. Hubo
un abanico de enseñanzas para la protección y autoprotección de todos quienes ejercen
la labor periodística. Desde la auto regulación periodística a partir de
códigos de ética propios y de los medios, hasta formas de protección física.
Sin embargo, el mejor mecanismo de protección que puede
haber en este momento para los periodistas en México debe ir en dos vías: Una
es darle visibilidad a todos aquellos que han sido asesinados o desaparecidos,
recordar la falta de justicia para los crímenes en su contra y, la otra,
presionar de manera constante que se investigue, aprehenda y castigue a los
autores materiales e intelectuales de los crímenes.
Quedarse callados es abrevar al olvido y mantener este clima
de incertidumbre, terror y crispación para quienes todavía tienen esperanza en
que un mejor futuro para México es posible y mantienen una línea de trabajo
periodístico independiente, crítico, investigador, revelador de la realidad
nacional, que lastima los intereses de unos cuantos, pero abre los ojos de una
gran cantidad de mexicanos a las redes de corrupción e impunidad que tienen a México
en un estado turbación.